Análisis Transgeneracional
A medio camino entre el inconsciente personal en el que se basan los trabajos de S. Freud, y el inconsciente colectivo destacado por C.G. Jung, existe otro inconsciente que opera dentro de cada uno de nosotros: el de los linajes que nos precedieron y que se enriquece generación tras generación.
Lo heredamos y lo transmitimos. Y en él, muy a menudo, reside la fuente de nuestras dificultades ; aquellas que nos hacen sentir presos de un escenario que se repite descontroladamente.
."Mi vida sentimental es un caos... Con mi pareja, estamos al borde de la ruptura",
."Mi vida profesional está hecha un lío... No tengo el éxito que creo merecerme",
."Económicamente estoy al borde del colapso",
."No encuentro mi lugar en la vida... en mi familia... socialmente...",
."Vivo continuamente situaciones de tensión y de conflicto",
."Me auto-saboteo",
."Me abruman la confusión, la ansiedad, la depresión..."
Y es en el corazón mismo del inconsciente familiar donde pueden ser desactivados aquellos mecanismos que no nos pertenecen directamente.
Análisis Transgeneracional
La mayoría de las veces, la historia familiar se hereda en forma de creencias; pero sucede que esta trama lleva en sí secretos, conflictos, traumas que, al no haber sido dichos, simbolizados, elaborados, resueltos por el antepasado que fue el objeto directo, tienden a generar un vacío representacional que la vida siempre buscará llenar. Aquí, algunos miembros de las generaciones futuras querrán, a su pesar, llenarlo lo mejor que puedan... la mayoría de las veces mediante un síntoma que, incapaz de tapar la brecha, no hará más que aumentar el malestar haciendo que sea algo del trauma o del secreto original que se esté repitiendo incesantemente, sin que sea posible comprender por qué tal destino parece sobrevenirle.
El sujeto, que sería así el lugar transgeneracional donde lo no simbolizado, busca expresarse para finalmente curarse, experimenta entonces un hecho tangible: lo que resiste en él resulta de cosas que no le pertenecen. Como si en él actuara otro... Otro del que tendría que liberarse de la presencia engorrosa... Otro cuyo sufrimiento aún actual está íntimamente ligado a los traumas y conflictos no resueltos de los antepasadosdentro de la propia psique. Un malestar que se encierra en uno mismo y que acabamos transmitiendo al futuro. De hecho, las historias inacabadas o traumáticas se transmiten de una generación a otra hasta convertirse en historias interminables. Asediados por nuestros antepasados, tenemos la tarea de curar aquello que ellos no pudieron resolver durante su vida. Este otro en nosotros es lo que en términos transgeneracionales llamamos un fantasma. Éste no es el difunto. Más bien, según Bruno Clavier, "designa una estructura energética y emocional patógena que se transmite a través de la sucesión de generaciones y parasita el sistema de representaciones de la descendencia”.
Los fantasmas se manifiestan así mediante la repetición. ¿Repetición de qué?
De síntomas psicológicos o físicos, conductas o acciones injustificadas, incomprensibles, extrañas o inexplicables. A veces, se trata de accidentes o enfermedades que parecen repetirse de forma idéntica... en fechas o edades muy concretas... Se trata también de patrones relacionales infértiles y estancados en una monotonía fatalmente repetitiva... Jung decía que “El centro psicológico de la persona es el lugar donde reencarnaron los antepasados […]”. Dijo también que “el diálogo íntimo con los antepasados, con los orígenes, es garantía del desarrollo personal”. Así, la clínica de los antepasados consiste en limpiar el propio árbol genealógico… purificarlo de sus “fantasmas”. El árbol lleva en sí toda la información que, si sabemos leerla, interpretarla, analizarla, nos da el significado de nuestras propias experiencias en relación con la historia que las mantiene.
Nombres, fechas de nacimiento, de defunción, de matrimonio... Determinados acontecimientos, traumas, accidentes o enfermedades... Coincidencias inquietantes en las fechas de aparición de tales avatares... son todos elementos que nos hablan de una historia no simbolizada y de las fantasías que la sustentan. Permiten sensibilizar y comprender los vínculos entre miembros, entre linajes, entre generaciones. Así, atentos al modo en que se articulan los elementos, a la lógica que los vincula y los hace moverse juntos, terminamos descubriendo la dinámica que hemos heredado... tanto en sus aspectos limitantes como en sus posibilidades de elevación y realización. Ahora, tomando conciencia de nuestros determinantes ocultos, logramos desactivar destinos que sin embargo estaban programados, nos liberamos del peso de lo no dicho, de duelos inexplicables, de miedos inexplicables, de dificultades relacionales... entramos en una espacio propio que elegimos para vivir libremente... un espacio que finalmente se parece a nosotros... libre de mandatos y mandatos que no nos pertenecen. Al darle sentido a la historia que nos atravesó de manera dolorosa, nos liberamos de ella y nos convertimos así en actores libres y autónomos dentro de nuestra propia existencia.
Entre los aspectos que la curación de nuestro árbol puede aportar a nuestra vida tenemos: -La desactivación de las bombas de tiempo existenciales que yacen latentes dentro de nosotros, -La posibilidad de superar ansiedades, estados depresivos, que no somos capaces de comprender, -La capacidad de ser parte de un proyecto vital sin verse obstaculizado por energías alienantes y limitantes, -La oportunidad de recuperar la armonía relacional dentro de la pareja, la familia, el vínculo social o profesional, -La capacidad de ser finalmente nosotros mismos, con nuestras raíces limpias, conectadas a una historia familiar que redescubre su potencial rejuvenecedor para nosotros, -El permiso para ser libres, autónomos, independientes… recuperando nuestro poder sin perder el amor de nuestros seres queridos. Básicamente, gracias a este trabajo, podemos gestionar mejor las partes enfermas de nuestro árbol genealógico. Esto ayuda a disolver la energía de la repetición... pero no sólo eso. También nos permite restaurar nuestros vínculos originales... y sanar a nuestros antepasados. Así, como Bruno Clavier, “Os invito a un viaje al país de los “fantasmas familiares”... donde se repite todo lo que no se dice”.
Se pueden trabajar aspectos transgeneracionales en el marco de una terapia analítica clásica. Pero, para un trabajo específicamente transgeneracional, las sesiones tienen una frecuencia mensual y una duración de hora y media.
Su coste es de 70 Euros.